
¿Nos hacen las nuevas tecnologías tener menos memoria?
La vida de las personas se basa y gira alrededor de la memoria, sentimientos, emociones, recuerdos y experiencias son la base de nuestro día a día. Nuestra vida se centra y se basa en la memoria, todos nuestros sentimientos, emociones, vivencias y recuerdos son los cimientos de nuestra actividad presente y futura.
La capacidad del cerebro de almacenar información y vivencias nos permiten vivir, trabajar y llegando al extremo sobrevivir.
Pero que ocurre cuando tenemos otras opciones de almacenamiento y volviendo de nuevo a un extremo todo lo buscamos en Google. La pregunta que seguro que nos hemos hecho e incluso ha sido motivo de debate es:
¿Nos hacen las nuevas tecnologías tener menos memoria?
La respuesta es no. De hecho la tecnología nos hace mejorar. Por ello que recurramos a Internet para buscar algún dato que no recordamos no significa que estemos perdiendo memoria.
Según Roberto Limogi «La tecnología no atrofia la memoria por una razón: la memoria no es muy susceptible de ser mejorada o deteriorada con factores ambientales», «Hay un principio que rige cómo se consolida la memoria y es independiente del origen de los datos».
Clive Thomphon lo explica de modo muy sencillo “hemos empezado a adaptar las máquinas a una vieja técnica que desarrollamos hace miles de años, la `memoria transactiva”. Es decir, desde el origen de los tiempos la información se almacenaba en la memoria colectiva de la comunidad y se transmitían de generación en generación ‘la memoria transactiva’.
Antes cierta información la almacenaban las personas de nuestro alrededor y ahora lo hace la tecnología por ellos.
Los motores de búsqueda y dispositivos son el apoyo actual y por ello no recurrimos a nuestros familiares y amigos con el comodín de la llamada.
En los años 80 ya se determinó que la memoria no solo es individual, sino también colectiva.
En estudios realizados se demostró que parejas mayores que llevaban tiempo juntos se complementaban a la hora de recordar una información. La memoria tiene la capacidad de saber dónde están las fuentes de datos que necesita en un momento dado.
Las nuevas generaciones están más familiarizados con la tecnología, de hecho no generaciones nativas, por ello si no entrenan su capacidad de guardar información puede hacerlos dependientes. Los especialistas indican que debe de existir un equilibrio entre el uso de la tecnología y la propia memoria.
En principio puede parecer que las generaciones actuales pueden tener ventaja en apoyarse en los dispositivos informáticos ante las generaciones “no nativas”. No es cierto las generaciones anteriores pueden adaptarse y utilizarlo de forma igualmente eficiente. No gana el más rápido sino el más habilidoso.
Cada individuo aprende de forma diferente. La fórmula más eficiente es un conjunto de la genética del individuo y de los métodos de aprendizaje que haya tenido a lo largo de su vida.
Aunque está demostrado que nuestra memoria no se puede atrofiar sí que es una parte de nosotros que debe ejercitarse para tenerla siempre a punto.